AdemĆ”s, lo que gane, poco o mucho, me lo llevo seguro a final de mes. ĀæPara quĆ© comerte la cabeza en pensar cómo vender para pagar los sueldos, los crĆ©ditos, el alquiler, los impuestos, la asesorĆa, los seguros…?Ā”Si hasta la factura de la luz asusta algunos meses! Y luego…que te quede algo para ti. Y de meter horas, mejor ni hablar. Buenoooo, y un mes de vacaciones, ni me acuerdo cuĆ”ndo las he cogido.
Una semana de cuarenta horas es un lujo. ”””De cuarenta horas!!! Como para pensar en las treinta y cinco que reclaman algunos. En mi comercio es una utopĆa. Me zampo de media entre 42 y 48 horas a la semana. Ā”Si es que a mi no me hace nadie el curro!
Veo a los jóvenes y me generan una sana envidia por lo prĆ”cticos que son, en lĆneas generales. Ha cambiado la escala de valores. El sector servicios no lo ven como un plan de vida estable y con futuro. Algo hemos hecho mal para que lo sientan asĆ.
A pesar de todo, estoy contento con mi profesión. Vivo las 24 horas en torno a mi comercio, pero estoy feliz porque no diferencio mi tiempo de trabajo del de ocio y me gusta lo que hago. El problema es que percibo que muy poca gente estĆ” dispuesta a asumir esos sacrificios en el sector. A sentir los colores. La venta online le ha dado la puntilla. Y luego, que han venido de otros paĆses a abrir comercios que solo han contribuido a empeorar mĆ”s nuestras condiciones: sueldos de miseria y un millón de horas abiertos.
Tengo la sensación que esto de las condiciones laborales se ensancha como el chicle: Mientras algunos trabajadores, por ejemplo los de la Dipu, tienen un montón de derechos laborales, otros estamos en las antĆpodas. Ā”Ojo!, no digo que tengan que empeorar las suyas, sino que tenemos que mejorar las nuestras, pero el mercado no nos deja vivir mejor. Y de la edad de jubilación, mejor ni tocar el tema. Por este motivo, pocos jóvenes estĆ”n dispuestos a montar un comercio, a jugarse la pasta que tienen y la que no, a comerse la cabeza y a tirarse a la piscina sin saber lo que te vas a encontrar. En fin, a darlo todo para que muchas veces tengas que chapar la persiana.
Por tal motivo, te animo a que apoyes al pequeƱo comercio, que lo cuides, que lo mimes y que compres. A nosotros nos importan tus problemas, te conocemos por tu nombre, lo que pasa en el pueblo, le damos vida a las calles donde vives y ademĆ”s, no pienses que no ofrecemos buenos precios. Los primeros interesados en conseguirlos somos nosotros, hasta el punto que en muchos casos mejoramos los de las pĆ”ginas web. SĆ, esas pĆ”ginas que se llevan toda la pasta del pueblo y no revierten un euro en el mismo. Lo que pasa es que algunos solo se quedan con los malos ejemplos, que los hay, como en todo en la vida. Competir contra empresas que apenas pagan impuestos y que someten a sus trabajadores a unas condiciones que son tela marinera es muy complicado y hace falta cuanto antes una reforma urgente, para que todos podamos competir en igualdad de condiciones. No tengo miedo a la competencia, pero sĆ a los que utilizan atajos chungos y nocivos.
Si nos cuidas, nosotros trabajaremos muy duro para seguir cerca de ti. ¿Sabes por qué? Porque nos importa nuestro pueblo y sus vecinos y porque estÔ en juego nuestra supervivencia.